El juego y los juguetes para mi perro.

 Al estudiar los juguetes y sus funciones en los humanos, observamos que varían según la etapa del crecimiento y cumplen diferentes roles. No es lo mismo un bebé de seis meses, con necesidades específicas visuales y táctiles, que un adolescente cuyos juguetes y juegos responden a necesidades sociales y estructuras de aprendizaje distintas.Lo mismo ocurre con nuestros perros. Los juguetes deben estar adaptados a sus etapas de desarrollo y cumplir funciones específicas. Un cachorro de cuatro meses, con una gran necesidad de exploración, requerirá una amplia variedad de juguetes y juegos que satisfagan esas demandas. Sus dientes necesitan juguetes que pueda morder, mientras que su curiosidad demanda diversas texturas para explorar y aprender. En contraste, un perro adolescente de ocho meses se encuentra en una etapa distinta. Aunque sigue explorando, su cuerpo experimenta tantos cambios que el tipo de juego, los juguetes y la forma de interactuar con ellos también cambia. Esto nos obliga a preparar juegos más estructurados y adecuados a sus nuevas necesidades.Cuando era niño, me gustaban los carros. Asumo que esto se debía a que representaban una parte importante de la vida adulta que veía en mi entorno, y yo suplía esa necesidad jugando a imitar la adultez. Esa era mi etapa, mi juguete y mi juego.Los perros, por otro lado, tienen necesidades específicas de su especie. Por ejemplo, aquellos con un alto impulso de presa. ¿Qué debemos hacer entonces? Situarnos en su etapa, encontrar el juguete adecuado y ofrecer el juego específico que simule esa necesidad.No todo el juego en la vida de nuestros perros puede reducirse a una pelota. Los juegos requieren reglas y una estructura en la que alguien gane y otro pierda; esto es una norma general del juego estructurado.


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